Estos días de Julio en que mi familia está ejecutando un vaciado de piso, he comprobado que aquellos dos franceses han muerto definitivamente.
A finales del siglo XVIII parecía una gran idea hacer una serie de librotes que compilasen todo el saber y los avances científicos que había en aquel momento, y la Enciclopedia de estos dos autores tuvo un gran éxito e influencia en la difusión de las ideas modernas.
La cosa siguió así el siglo siguiente y hasta el XX. La idea fue copiada y adaptada en muchos países: la Enciclopedia Británica, la Espasa que no podía faltar en ninguna casa española importante de principios del siglo XX.
En los años 60 toda editorial que se preciase elaboro una enciclopedia, y un ejercito de comerciales se lanzó a colocarlas en los hogares garantizando a los padres que con ello aseguraban el éxito escolar de sus hijos, o que su carencia les encaminaba al fracaso.
Planeta, Larousse, Salvat y sus enciclopedias temáticas por fascículos, inundaron nuestras viviendas y obligaron a comprar estanterías y baldas, dando trabajo al gremio de carpinteros o de ebanistas, si la familia era de posibles, ademas de impulsar la fabricación de papel y el desarrollo de las industrias de impresión: Sarrio,..Grijelmo y otros muchos.
Los trabajadores de esta industria siempre fueron los mas cultos y combativos, porque el proceso de elaboración de las planchas tecleando los tipos uno a uno les obligaba a leer los textos de componían. Casi todos los lideres sindicales y políticos de izquierda de la preguerra venían de este sector.
Pero todo tiene un final. Así como los ordenadores, la fotocomposicion y ofsett acabaron con los tipógrafos, las nuevas tecnologías informáticas, como la Encarta de Microsof, en los 90, que condensaban en unos CDs toda la sabiduría acumulada en un montón de libros parecía que iban a triunfar. Las imprentas cerraron, las papeleras quebraron y las fábricas de celulosa se dedicaron a fabricar materia prima para pañales de niños y adultos
Pero fue un espejismo que duró unos pocos años. En 2009 se liquidó la Encarta, vencida por Internet y la Wikipedia, que ofertaba gratuitamente muchísimo más contenido y artículos.
El resultado es que ya nadie compra, usa ni lee una enciclopedia, y sus tomos acumulan polvo en los estantes y en caso de vaciar una vivienda su futuro es el contenedor del papel, con gran dolor de los románticos del papel impreso.
Una gran idea que duró dos siglos y que ha desaparecido de forma dramática. Un recuerdo para sus fundadores.
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